MI PRIMO ENRIQUE
Enrique casi un bebé paseando en piragüa con mi madre por la ría de Punta
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Mi primo Enrique era ya un adolescente cuando yo nací. No compartí, pues, con él, juegos infantiles,como con mis primas, pero sí me llevaba alguna vez en su barco a dar un paseo por la ría, las cosas que hacen los primos mayores con las primas pequeñas.
Ya de mayores , las veces en que teníamos oportunidad nos gustaba hablar. O más bien, él hablaba y yo le escuchaba, porque hablaba muchísimo, y su amenidad y sus historias me dejaban embobada. Este último verano su conversación se había hecho más madura y más humana. Él lo sabía. Sabía y decía que había aprendido mucho con esa enfermedad y con el sufrimiento, y con su estancia en el hospital. No maldecía su enfermedad, me decía.
En fin.
Al final no pudo ser. Se ha ido.
Su gran pasión, de la que me hacía partícipe, era sin duda la fotografía. Tenía miles de fotos, y era muy bueno en ello. El pasado verano me mandó por email muchísimas fotos antiquísimas de la familia que había rescatado del polvo de los cajones y había ido escaneando. Quizás intuyó que tenía que darse prisa si quería hacerlo y que yo las tuviera.
Voy a colgar aquí algunas, como homenaje a él.
Gracias, Enrique, fue un regalo precioso. Espero que donde estés encuentres una buena cámara de fotos, la mejor, la que todavía en La Tierra no existe, y sigas perpetuando imágenes, que seguro serán más hermosas que las que has dejado aquí.
Te recordaré siempre como en la preciosa foto de arriba, paseando en calma por las aguas de la ría, sin saber aún de los pesares de la vida. Te deseo que allí donde estés encuentres esa misma calma. Hasta siempre.