ME SIENTO ANDALUCÍA
Me siento Andalucía.
Me alimenté de su pescaito frito,
de sus gambas blancas,
de su gazpacho.
Respiré el olor de sus pinos,
el salitre, sus castañas asadas.
Fue creciendo en el sur
y fui feliz de que así fuera.
Su sol, su luz, inundaron mis pupilas:
me siento Andalucía.
Siento el misterio de la Mezquita.
Siento la belleza de Sevilla.
La alegría de Cádiz.
La costa infinita de Huelva.
Andalucía es blanca y verde.
Pero también es azul en el mar de Málaga.
Es rojiza en la Alhambra de Granada.
Es ocre en el aceite de Jaén.
Es marroncita en el desierto de Almería.
Me siento Andalucía.
Me duele su paro, su pobreza, su ignorancia.
Me duele la injusticia que siempre le acosó.
Me duele que algunos la desprecien;
que se hagan burdas imitaciones
de nuestra sabia lengua andaluza.
Amo a nuestros poetas (ay, mi Machado,
ay, Alberti, ay, Juan Ramón, ay, Becquer…).
Soy, claro está, andaluza por azar, pero
¡bendito azar que me parió en esta tierra!
Me gusta, me gusta, me gusta
ser andaluza por los cuatro costados,
ser andaluza del tó.
Sí, me siento Andalucía, definitivamente
y para siempre.